Cuando el cuerpo está al límite

En todos los años que llevo haciendo senderismo y montañismo, ha habido ocasiones en las que el cuerpo me ha dado a entender que estoy llegando al límite. En mi caso reconozco ese momento porque siento una sensación de mareo en la cabeza, las piernas se vuelven rígidas, los músculos tiemblan y se contraen, la respiración se hace demasiado rápida y me cuesta pensar con claridad. Ha habido situaciones donde estaba sólo, en medio de ninguna parte, con mínimo equipo y con el cuerpo que parecía no aguantar ni un paso más. En estos momentos surge la pregunta ¿Y ahora qué?

Por supuesto para mí lo importante es reconocer los síntomas de que estoy llegando a ese punto y evitarlo. Desgraciadamente, en ocasiones esto no es posible y me encuentro en situaciones donde tengo que seguir sí o sí. En esos casos, cuando cada célula de mi cuerpo me está diciendo «basta ya» me planteo: ¿Cómo continúo? 

Pienso que con el paso del tiempo todos desarrollamos un repertorio de técnicas para bregar con estos momentos. En esta entrada del blog voy a hablar de una selección de las que yo uso y que considero más importantes.

Cuando llego a una situación que se acerca a mi límite físico comienzo a imaginar situaciones en las que todo sale mal. Me surgen pensamientos negativos como:

  • No tengo suficiente comida o ropa.
  • ¿Qué pasa si no tengo señal para llamar por teléfono?
  • Las baterías del GPS se me acabarán tarde o temprano.
  • No puedo dar la vuelta porque me sería imposible subir las montañas que acabo de bajar.
  • Se me está acabando el agua.
  • Etcétera.

Cosas como estas me crean una sensación de estrés que tengo que combatir a toda costa. En estos casos mi respiración se acelera y el corazón comienza a latir demasiado rápido. Cuando esto me pasa trato de contrarrestar cada pensamiento negativo con uno positivo. Si esto no me es posible simplemente me digo en voz alta: ¿Como leches me va a ayudar a salir del apuro el pensar así? o «cuando salga de esta ya habrá tiempo para pensar en ello.» La clave de todo es conseguir respirar más despacio y bajar la frecuencia cardiaca para por una parte calmarse y por otra conservar energía.

Una segunda técnica que uso y que me resulta útil es contar. Lo pongo en práctica comprometiéndome a caminar un determinado número de pasos y después descansar un determinado número de minutos. Este número depende mucho de cómo de mala es la situación pero suele ser una proporción de cien pasos y 2 minutos. No sé muy bien la razón por la cual esta técnica funciona, pero  puede que tenga algo que ver con usar una parte del cerebro diferente: al contar quizás estoy usando la parte más lógica y desactivando la emocional.

Finalmente una tercera técnica es recurrir a visualizaciones. Cuando tengo pensamientos del tipo «no lo voy a conseguir», «no me quedan fuerzas ya» «esta mochila pesa demasiado», «hay mucho todavía que subir» etcétera visualizo la imagen de una persona por la que no tengo ninguna simpatía diciéndomelo y procedo a imaginarme que le doy una patada en el trasero y lo mando al carajo. Con esto trato de convencerme de que la negatividad es debida a un agente externo que está tratando por todos los medios de que no consiga mi objetivo. Al deshacerme de esta persona me convenzo de que he identificado el origen del problema y de que voy a demostrar a este agente que está equivocado.

Una combinación de estas tres técnicas me ha ayudado en momentos difíciles. Me imagino que tenéis os gustaría saber a qué tipo de situaciones me refiero y, para satisfacer vuestra curiosidad, voy a dar un par de ejemplos:

  • En una ocasión, haciendo la Ruta de los Ancares, desoí el consejo de una persona de Folgueiras de Boiro (comienzo de la ruta) y procedí a caminarla de todos modos. La nieve había hecho estragos en el bosque que atraviesa la senda y había muchísimos árboles derribados que bloqueaban el camino. A mí no me parecía un problema muy grande en aquel momento: te agachas, saltas o atraviesas las ramas de los árboles para así llegar al otro lado. Eso está bien cuando el problema son unos pocos árboles, pero cuando llevas haciendo esto docenas de veces, llegas a un punto en el que las energías te fallan. En mi caso no podía volver sobre mis pasos porque no tenía energía suficiente para saltar, agacharme y/o atravesar tantos árboles. Tampoco sabía el número de árboles que me quedaba por atravesar y para más INRI, la tarde se estaba convirtiendo en noche.
  • En otra ocasión, subiendo hacia el pico Miravalles pasé a través de una sección de escobas. Estos arbustos son como cepillos de dientes y a medida que los pasas te van comiendo la energía. Continué atravesando la zona de arbustos hasta que llegué a un punto en que no podía más. Allí me pasó lo mismo que en la ruta de los Ancares: si daba la vuelta tenía que pasar otra vez por la sección de escobas y si continuaba la ruta tenía que ascender, no había otra.

Pues esto es todo por hoy. Como comentario final, deciros que deberíais evitar a toda costa llegar a una situación en la que tengáis que usar estas técnicas. Es importante estar en sintonía con el cuerpo y saber identificar cuando algo no va bien. Pienso que esto es algo que se aprende con el tiempo. Por supuesto comer y beber regularmente aunque no se tenga hambre ni sed para ir reponiendo la energía que se gasta…

Un saludo y nos vemos en las montañas.

1 comentario en “Cuando el cuerpo está al límite”

  1. Hola Pablo.
    Buena entrada en el blog, decirte que me ciento identificado enormemente contigo. No se si por los años, los kilos y falta de movimiento que los limites que te pone el cuerpo cada vez son mas bajos. Hay que estar luchando constantemente para no flaquear. El cerebro es muy «listo» y no quiere esfuerzos en vano.
    Con lo de la segunda técnica, creo que se debe al centrar tus esfuerzos en pequeñas metas. Estas derivando la atención del problema que tienes en ese momento hacia otro más pequeño y es mas alcanzable. ¿Quién no da 100 pasos? y luego tienes el premio de los dos minutos de descanso. ¡Buena técnica¡
    Por si te sirve de algo, aprendi otra técnica para quitarte de la cabeza pensamientos «pesados», de los que no puedes quitártelos. Debes de fijar la atención en un objeto durante varios minutos. La cantidad depende de cada uno, y ese pensamiento termina esfumándose. En este caso derivamos la atención de un problema mayor, como con los 100 pasos.
    Espero que te sirva de algo.
    Muchas gracias Pablo por tus videos y trabajos.

Los comentarios están cerrados.